EL POP ES UN MOTEL...

EL POP ES UN MOTEL...

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Emm dice:
¿Que escuchar rock ya no es signo de rebeldía?, ¿que el reggae deja las neuronas atolondradas por que todas las canciones suenan igual?, ¿que U2 son tan predecibles como final de telenovela de Juanito Osorio?, ¿que la música ranchera se ha vuleto tan posada como las canas falsas del Potrillo? No hay que buscar más, el pop —siempre tan vapuleado, tan abucheado, tan denostado— nos demuestra que en sus entrañas esconde la verdadera perversión y el riesgo, envuelto en el candor que solo el horario familiar puede dejar pasar.
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Por supuesto no hablamos de grupitos inofensivos como Motel o ñoños con teclados como Alexs Syntek o bandas de adolescentes anoréxicos como RBD, aplaudimos la llegada de la ex Kabah que aunque venía de un grupito inofensivo, saco a relucir, digamos, sus teclas y TA TAANNNN... Que se vuelve la adúltera por excelencia esta temporada con un cóver 80tero que deja al descubierto sus gordibuenas intenciones de sacudir conciencias poniéndo a los hoteles por horas como la opción para divertirse ahora que están cerrado los ¡antros! por la ¡influenza maligna, mortal, !.
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Tómenlo como el más cruel de los sarcasmos o la más pura de las desviaciones de este bloguero que, a decir verdad, su target no es precisamente el sector femenino, pero este videíto de la Josa deja aquel de Alizeé en la lona al recuperar la tradición de la mujer popera mexicana —o latina, que hay cada ejemplo— que le canta a las más bajas pasiones y que nos hacía, a los niños ochenteros sonrojar.
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Porque la D'Alessio con su "y qué importa que no sepa ni tu nombre, porque puede que mañana sea otro hombre el que esté en mi lecho haciéndome el amor" —¡Jesús, mil veces!, decía mi Tía Tete cada vez que la escuchaba— o María Conchita Alonso con aquello de "no te pido que te calles para que me la guardes" —¿¿¿¿¿¿¿????????—, o Daniela Romo pidiéndo "quiero amanecer con alguien" —no aclara el sexo de ese alguien así que saque sus apuestas— no eran precisamente canciones para horario de antes de las ocho de la noche.
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Así que como placer culposo de inicio de semana, la Josa se deschonga, se apropia de un canción ochentera de una Melissa peruana y se viste de señora casada que frecuenta moteles de paso ¡Fiesta amigo!
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